Dilluns, 23 Novembre 2015 19:24

Gestionar la por quotidiana davant l'amenaça d'atemptats

"Mientras sigáis bombardeando no viviréis en paz. Tendréis miedo hasta de ir al mercado". Estas contundentes palabras fueron pronunciadas a través de un vídeo por un miliciano de Estado Islámico pocas horas después de los atentados trágicos de París.

Los terroristas buscan sembrar el pánico entre la población, de hecho, en eso consiste el terror, en hacer que alguien se sienta vulnerable ante un hecho que, por incierto, irracional o próximo, afecta a nuestra reactividad fisiológica. ¿Lo han logrado? A juzgar por las conversaciones y las preocupaciones de la gente en las últimas horas, sí. Algo que se enmarca dentro de los límites de la lógica teniendo en cuenta que estamos viviendo una amenaza real a consecuencia del alto nivel de alerta ante posibles atentados terroristas. Llegados a este punto, ¿cómo tenemos que sobrellevar esta sensación de miedo durante los próximos días? ¿Es recomendable anular nuestros planes? ¿Cuándo el miedo sostenido en el tiempo puede convertirse en algo perjudicial para nuestra salud?
La normalidad como respuesta
El especialista en psicología clínica, Andrés Cuartero, rechaza para la situación actual que estamos viviendo términos como psicosis o paranoia: "Cuando suceden tragedias como los atentados de París es más correcto hablar de un tipo de miedo colectivo, esto es, un miedo que, por similitud o identificación, pueden tener muchos ciudadanos de forma diversa y que tiene una traducción mucho más visible a nivel social". Cuartero asegura que "el miedo colectivo se puede contagiar emocionalmente, y esto nos da una visión extraña que puede confundirse con el caos o la paranoia". La proximidad del hecho, así como su arbitrariedad, provoca que cualquier persona que viva en una ciudad europea entienda que eso puede suceder cerca de su casa, algo que provoca un estado de miedo más sostenido que acaba derivando en incertidumbre. "La frontera entre el miedo sano y un miedo insano reside en la incapacidad de llevar una vida normal", asegura la psicóloga especialista de emergencias y de intervenciones de crisis Anna Romeu. La profesional tiene claro que "nosotros no podemos parar nuestra vida porque haya pasado esto, el miedo que te invalida es el que no se puede permitir".
La frontera entre el miedo sano y el insano reside en la incapacidad de llevar una vida normal

Los psicólogos coinciden en señalar que no es una buena idea cancelar planes y evitar hacer cosas por miedo a que se repita lo sucedido en París. "Es recomendable llevar una vida lo más normal posible, eso sí, estando alerta a posibles avisos institucionales. Si hay un acontecimiento público que está amenazado se anulará, como ya ha sucedido con algunos partidos de fútbol". "Lo que recomendamos, no como receta, es no alterar excesivamente nuestra cotidianidad y normalidad, algo que no es incompatible con estar pendientes de tomar medidas preventivas", explica Andrés Cuartero. Para el psicólogo, que es coordinador del servicio de atención psicológico de emergencias, uno de los problemas es que "no tenemos una cultura muy marcada de la prevención del riesgo que sí que hay en otros países. Estamos hablando de tener en cuenta las mismas medidas que deberíamos aplicar a nuestra vida cotidiana, como localizar salidas de emergencia antes de disfrutar de un acto concreto, por poner un ejemplo".
Cuartero deja claro, no obstante, que, ante hechos como los atentados de París, es habitual estar unos días en una fase aguda de cierto miedo colectivo: "La recuperación de la normalidad necesita un poco de tiempo, espacio y serenidad; quizás hasta que nos llegue una sensación de que este tipo de alertas remiten o están más controladas". Según la psicóloga Anna Romeu, "estos miedos que aparecen tras hechos trágicos como un atentado son sanos y habituales", aunque advierte que no deberían alargar más de una semana: "Necesitamos un tiempo prudencial para aceptar lo sucedido y aceptar los hechos como son, pero si esta sensación se prolonga no es muy saludable y quizás es mejor acudir a un especialista".
Del colectivo al individuo
Los hechos no nos afectan a todos de la misma manera, sean los que sean, ni todos los seres humanos tienen el mismo umbral de reactividad fisiológica. Cuartero advierte que las reacciones ante hechos trágicos como puede ser un atentado dependerán de los rasgos de cada individuo: "Caracteres e historias previas o elementos sociales de identificación o similitud pueden hacer que haya personas que respondan a este miedo generado de una manera más insana". Otra de las reacciones más habituales y comunes tras hechos trágicos es que se dispare nuestro estado de alerta y que estemos más pendientes a lo que sucede a nuestro alrededor. "Este estado nos hace ver cosas que antes pasaban desapercibidas, como determinados ruidos, y que ahora les damos una mayor importancia".
Nuestro país no tiene una cultura marcada de la prevención del riesgo

ANDRÉS CUARTERO
Especialista en psicología clínica
Cuando podemos explicarnos las cosas nuestra tranquilidad es mayor. Cuartero cree que "el primer y más importante elemento de autocontrol que tiene el ser humano es tener información y saber qué pasa, para poder poner en funcionamiento sus mecanismos de autodefensa". Precisamente, una amenaza terrorista busca generar incertidumbre con una conducta irracional sin una lógica aparente, algo que, para el psicólogo, aumenta nuestra sensación de vulnerabilidad: "Traer el miedo a tu barrio, tu ciudad o a un concierto genera un impacto y daño muy difícil de explicar con el mundo de las ideas. Cuantas menos cosas sabemos explicar, más reacción de miedo tenemos".
La importancia del mensaje
Los psicólogos apuntan hacia la comunicación y los responsables de trabajar con la seguridad de los ciudadanos como claves a la hora de ser prudentes con la información que se da a conocer. "Los responsables y políticos tienen que ser muy cuidadosos y rigurosos, sabiendo que sus palabras o declaraciones, en ocasiones, pueden generar más alarma y menos seguridad", advierte Cuartero, que también manda un mensaje a los medios de comunicación: "son los que tienen más poder para hacer llegar de forma rápida e inmediata la información, por lo que es importante que no olviden que tienen una responsabilidad social y deberían informar sin alarmismo ni sensacionalismo". Y es que estar expuesto diariamente a imágenes e informaciones amarillas de un mismo tema puede tener un efecto nocivo y contraproducente para el ciudadano, que acaba generando una sensación de peligro que se aleja de la realidad.

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